El otro día vino una chica senegalesa a hablarnos sobre la educación en Senegal de las niñas, allí los niños y niñas no tienen tanta suerte como nosotros, ya que las escuelas no tienen mucho nivel, empiezan a los 6 años a ir al colegio, sus profesores no tienen mucho sueldo y por eso no hay muchos profesores, la mayoría de los profesores vienen a España porque creen que aquí van a pagar más...
Historia de África:
El trabajo injusto
En Kenia, una niña llamada Aina vivía en un pequeño pueblo con su madre Sanata y su hermano Achimov. Aina tenía un sueño, ir a la escuela, pero era inútil, la escuela era muy cara como para pagarla, así que Aina ayudaba a su madre a hacer las tareas de la casa mientras su madre trabajaba a veces en la calle.
La rutina de Aina era levantarse a las ocho, hacer el desayuno para ella y su hermano, lavar la ropa en el río que estaba a 8 kilómetros y ya de paso coger agua, hacer la comida con su madre y hacer la cena. Sólo a veces tenía tiempo libre para jugar un ratito con alguna muñeca de trapo o a ir al parque a conocer niños y jugar con ellos.
Un día Aina conoció a una niña llamada Bineta, era una niña con mucha suerte, ya que iba al colegio, en su escuela mo había muchos niños, pero en su clase si, eran 50. A Bineta le daba pena que Aina no pudiese ir a la escuela. Rápidamente Bineta fue a contarle la historia de Aina a sus padres, a ellos también les dio mucha pena e intentaron buscarle un buen trabajo a Sanata y a Aina una plaza en el colegio de Bineta.
Así es como Aina se libró de su trabajo injusto y logró ir al colegio, un derecho que todos los niños y niñas del mundo deberían cumplir.
En Kenia, una niña llamada Aina vivía en un pequeño pueblo con su madre Sanata y su hermano Achimov. Aina tenía un sueño, ir a la escuela, pero era inútil, la escuela era muy cara como para pagarla, así que Aina ayudaba a su madre a hacer las tareas de la casa mientras su madre trabajaba a veces en la calle.
La rutina de Aina era levantarse a las ocho, hacer el desayuno para ella y su hermano, lavar la ropa en el río que estaba a 8 kilómetros y ya de paso coger agua, hacer la comida con su madre y hacer la cena. Sólo a veces tenía tiempo libre para jugar un ratito con alguna muñeca de trapo o a ir al parque a conocer niños y jugar con ellos.
Un día Aina conoció a una niña llamada Bineta, era una niña con mucha suerte, ya que iba al colegio, en su escuela mo había muchos niños, pero en su clase si, eran 50. A Bineta le daba pena que Aina no pudiese ir a la escuela. Rápidamente Bineta fue a contarle la historia de Aina a sus padres, a ellos también les dio mucha pena e intentaron buscarle un buen trabajo a Sanata y a Aina una plaza en el colegio de Bineta.
Así es como Aina se libró de su trabajo injusto y logró ir al colegio, un derecho que todos los niños y niñas del mundo deberían cumplir.
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